martes, 1 de agosto de 2017


Una de frío.

Llovió toda la noche. Toda la noche sentí el agua caer en la patio de atrás. De vez en cuando escucho una fuerte racha de viento silbar en el ventiluz. Hacer caer algo en el fondo. Y me desvelo. Puta madre. Esto no va a parar mañana. Reviso la lista de bártulos, comida, cosas en general. Me esfuerzo por recordar donde puse algo y hasta que no lo recuerdo me atormento. Me imagino esta tormenta en la costa o peor aún navegando. Pero el escenario caótico imaginado deja de ser atemorizante cuando me pienso en el copit de mi Kayak. Me desvelo. 
Me acuerdo de esa vez del año 2007. Habíamos salido desde Rosario. Después de la noche más fría del año que habíamos pasado en la galería de la guardería Cocodrilo de nuestro amigo Pepo. Nos costo levantarnos y embarcar a la mañana con semejante frío. Pero lo hicimos. Apenas bajamos los Kayak al agua y empezamos a flotar, la correntada empezó a llevarnos. Yo puse el remo entre los elásticos para liberar mis manos. Las sumergí en el agua. Y así sentía que el agua estaba calentita. Era mentira. El agua estaba helada ese julio de 2007. Pero más helado estaba el viento sur arrachado sobre el río Parana. Las saqué apurado y empecé a remar para recuperar la deriva y juntarme con el grupo y con Alberto. Lo veo a menos de cincuenta metros con su camperita inflada por el viento. Lo alcance con esfuerzo y tras una pequeña charla ya estábamos en calor cruzando bajo el gran puente. Los de adelante entraban al remanso Valerio. Un Kayak siguió de largo por una corredera y a otro el remolino lo puso con la proa mirando a Rosario, como diciéndole volve a casa. Decidimos encarar el cruce al otro lado desde donde estábamos. Ahora las olas eran más grandes y entre la correntada y el viento la remada siempre se presentaba alterada. Uno se tumbó. Dos lo rodearon y ayudaron a subir al kayak. El flaco tiritaba y se subía a duras penas. Sacaban agua del Kayak. A mi se me fue el frío y caí en con
ciencia. Estar en el Kayak con el cubre puesto y remando, era confortable. O al menos una idea de lo más confortable posible en esas circunstancias. La proa se levantaba con las olas que venían de costado. El Kayak se abría paso. Llegamos a la otra costa y completamos el cruce. Ahora derivados un poco para doblar en el sur de la isla seguir la arribada por atrás más protegidos. Un hombre parecido a Bim Laden al que apodan así lleva una radio prendida agarrada en en los elásticos de la borda. El hombre de la radio dice que hay -7grados. Yo pienso en el relativo confort de estar en mi kayak y en la seguridad de remar con un amigo,pero para eso tengo que pegar un pique y alcanzarlo. 
Sonó el despertador. Afuera sigue lloviendo.

El río Gualeguay habla. (Botin Quemado)

Botín quemado.
Yo creo que el río habla. En realidad no lo creo. Lo he escuchado. Cada río tiene su tema. No puedo decir que hablen sobre tal o cual cosa precisa. Pero cada uno tiene un mensaje que se siente como vibración, murmullo subyacente, comunión tacita que se desarrolla.
Podria decirse, por ejemplo, que el Paraná habla con los colores de la cardenilla y el grito del Chaja, con el sonido que sus aguas refractan y lo hacen viajar lejos, con el murmullo de alisos movidos por el viento, o con vicherio del albardon en la noche. Pero esas observaciones son para los artistas. Y la verdad, no hace falta ser muy atento para escuchar o sentir esas cosas y yo no me refiero precisamente a ellas. Hay otro discurso en las aguas. Y seguramente hay ríos charlatanes, gritones y otros más callados, sumisos, o cansados.
Pero el Gualeguay es diferente. Tiene su personalidad , si es que esa palabra sirve para describir la forma única que le da identidad a un rio. Y dice cosas. Sus propias cosas.
Un día salí remando solo, rio arriba de mañana. Después del puente algunas curvas bastan para adentrarse en la calma y alejarse del bullicio de la ruta. El río se encajona. Las paladas eran el único ruido en el agua, más algún otro golpe del torpe remo contra el kayak. El resto eran sensaciones triviales. Una incomodidad en la espalda, el sudor que arde al caer en el ojo, arena en los dedos del pie, cosas asi. Pasó un Martin pescador y se posó en un árbol más adelante. Quizás sucedieron otras cosas. Algún animal en el monte se abrió pasó en la maleza. Un pescado saltando en un pozo varias curvas después. Cosas así que pasan a pesar que uno no las ve. Pero pasan seguro. En ese transcurrir, el chapoteo del remo en el agua comenzó a intensificarse. La respiración me quemó un poco. El Martin pegó un grito y voló a otra rama, siguió sigsagueando unos cientos de metros. Y pescó algo. Una racha intespestiva agitó la copa de los árboles y la chilca arriba de la barranca. Un tronco pasó rio abajo dando vueltas. Unas correderas que bordean un remanso lo despideron con vórtices espiralados. Un pozo soltó un borvoton de aire. Todas esas cosas se manifestaron como cuando una frase se escribe entre comillas. Quizá fue la misma conciencia de tal intensidad lo que hizo que de repente, todos los ruidos se hicieran silencio y todos los colores uno solo. La gota de sudor no cayó mas y quedó suspendida en mi frente. El kayak no avanzó ni derivó.
Respiré suave y aliviado. Apoyé el remo en mis piernas. Sumergí las manos en el agua al costado del bote, palmas abiertas sintiéndo el latir del río y su corriente como un pulso de vida. Y en ese instante de intangible tiempo, fue que el Gualeguay soltó su voz y me lo dijo. En forma clara y simple.
Luego la proa del bote se monto en la playa. Y escuché el motor de una lancha que se acercaba con gente gritando.




jueves, 7 de abril de 2016

El río no es sólo eso.


Es  dificl para quienes viven lejos de los ríos, los verdaderos ríos del litoral entender ciertas costumbres del litoral.
Se necesita aclarar que el río, parafraseando a un poeta, no es sólo eso. El río no es sólo agua. El río significa mucho para los litoraleños. Dentro de ese mucho, la costumbre  de ir a la “isla”, y  “la isla”, no se trata de una isla en concreto, sino de un amplio sector geográfico que queda cruzando el río.
Algunos litoraleños, con suerte y en cierta etapa de su vida, pueden conseguir un lugar en algún rincón de alguna isla, riacho, laguna perdido en el humedal, y ahí instalan su rancho. Un citadino diría que están jugando a ser pobres. No es eso.
Se construye un rancho en la isla con mucho esfuerzo y dinero. Cuesta mucho llevar las cosas del pueblo a la Isla, si algo se olvida de llevar es una tarea que no podrá hacerse y habrá que esperar al próximo viaje.
Las cosas en el río no se hacen  a criterio de uno, todo depende del río. Si uno se cree que tiene el dominio, tarde o temprano el rio le enseñara que manda. Entonces, no pueden hacerse cosas desde el
egocentrismo de sentirse eterno.  SI el río crece se lleva todo.  Se debe entender que en la precariedad de las cosas se encuentra la riqueza de comprender un dato de la vida  fundamental. 
Ir a un rancho, no es jugar a ser pobre, es mas bién la unión con el río, una vuelta a la simpleza  que surge como una imposición de humildad. No humildad material sino espiritual, aquella que se logra cuando se entiende que uno no es el centro, sino todo.  Que las cosas no dependen de uno solamente. Que  se necesita muy poco para ser feliz.
Por eso mismo también las cosas en el río tienen otro valor. Algunos objetos obsoletos en la ciudad son verdaderos lujos en la isla. Un sillón todo destartalado es un trono. Una lata de dulce puede ser un sartén para la fritanga de pescado, una cama vieja puede ser el objeto para el descanso de los dioses. Un pedazo de chapa oxidado el techo, y un tacho de aceite de 200 litros, una cocina que da calor en el invierno.  Incluso el peor vino se vuelve varietal,  el hielo vale mas que el oro. Un cuchillo afilado, un hacha una tenaza son herramientas codiciadas. La galleta es un alimento indispensable. Con esa filosofía, unos amigos de Villa Constitución construyeron su rancho en la Isla.
Allí fuimos con papá a pasar algunos días de algunas pescas.
El rancho tenía todas las porquerías de la ciudad, osea,  todos los lujos de la isla. No faltaban camas viejas de  elásticos. Colchones de estopa duros y cobijas que picaban. Chapas oxidadas. Todo sobre pilotes bien altos.Nada faltaba. Incluso habían llevado una vieja bomba de agua para subir agua del rio hasta el rancho. Y esa agua se usaba para limpiar el pescado, la comida en general, los utensillos
y la propia humanidad, incluso también para el agua del mate.
La bomba en cuestión tenía una rueda con una manija, entonces uno hacía girar la rueda con la mano mientras el otro en el extremo de la manguera aprovechaba a lavar.  Ahí quedaba la manguera colgada de un poste, y el agua caía en una pileta de lavatorio que dejó de funcionar para alguna vieja casa, el desague simplemente caia al pasto.
Cada vez que alguien necesitaba lavar debía pedir la asistencia de otro. Se lavaba como un acto de comunión, en forma espontánea y quizá deliberada era indefectiblemente un acto de a dos.
Tanto que  ya no importaba el pudor del hombre, que necesitaba lavarse las partes mientras otro le apuntaba el manguerazo. Y era para reírse y para compartir.
Hasta que un día, yo tenia que lavar alguna cosa, y para no joder,  porque estaban durmiendo una siesta,  corté una botella de tres litros de gaseosa, haciéndole unos orificios en el culo, le puse la manguera adentro y la colgué. Bombee un par de vueltas se llenó la botella y tenía tres litros de agua para lavarme solo.
Cuando se  despertaron y fueron en equipo a lavarse, se encontraron el dispositivo. Con caras de sospecha uno bombeó, el otro se lavó las manos.  Se miraron, me miraron, y me preguntaron  ¿vos hiciste eso?.
Si. Les dije.
Lo miraron a papá, que mientras desenredaba una línea les dijo sin levantar la vista….
-Y….mijo el doctor!.. no al pedo lo mandé a estudiar a Córdoba.

jueves, 14 de febrero de 2013

Río Gualeguay

                                                  A Rosario del Tala por la Ruta 6


Selva Montielera, dicen que Atahualpa Yupanqui vivía en estas costas, cuando vivió por Tala, dicen que medio disparando de la ley, dicen. "pasé de largo poco vale un paisano sin caballo y en Montiel.." — en Rosario del Tala, Entre Rios.


arenales del Gualeguay



martes, 5 de febrero de 2013

Kayak por Embalse Rio III







Que ansiedad que tiene uno cuando carga los kayaks arriba del auto para salir al otro día. Cuantas vueltas da en la cama y veces se despierta y vuelve a dormir esperando la hora. Es acá no más, pero acá nomas me viene quedando lejos últimamente. 


Dos mates apurados, calentar el agua sacar el hielo de frizer, amontonar los bártulos en un rincón para que no se olvide nada. Que vivo y humano se siente uno cuando sale de la ciudad y está en la ruta, ni hablar si hay amanecer o atardecer y /o sombra de los kayaks y el auto en la banquina. Yo puse un chamamé como de costumbre, porque me siento un poco mas campo y menos ciudad. Y charlamos cosas serias y delirantes, una trae la otra y así. Pasan lindas sierras al costado y algún boludo que no se puede desenchufar de su no esencia humana infringiendo alguna norma de transito y arriesgando las vidas propias y agenas en las rutas. Nosotros ahora estamos en nuestra esencia con Carita y esas cosas nos indignan. Los kayak van bien atados, vamos despacio y seguros. Inventamos historias delirantes en la charla. 

Llegamos a Almafuerte, hacemos unas compras en el super, aguja parrillera es rica y se hace rápido a la llama. El vino elixir y alguna boludez mas para estar confortables en el futuro paraíso de algún lugar al que se llega con el kayak cargado. Solo los que remamos en kayaks cargados y llegamos a un lugar sabemos lo que eso significa, los sentimientos gratos que tiene. 

Estamos en embalse Rio III nuevamente, descargamos, estibamos y llega Andres por el agua. Salimos libremente, Andrés no se relaja, siente que el lago es suyo, que es guía turístico, no se que mierda se cree. Nos cuenta como se están apropiando toda la costa del lago, y me da un nudo en la panza de saber que en unos años ese hermoso y grande espejo a 1 hora de Córdoba pueda transformarse en la misma cosa que el lago San Roque. Puteo en mi interior a los casinos, las vedettes, el teatro revista, el turismo alienado, los programas de chusmerios, los políticos mediocres, los empresarios huecos. Relajate loco, dejá de trabajar..., y Andres entiende y abandona su rol de guía, nos empezamos a cagar de risa de las cosas delirantes que se dicen. 




 Fuimos a una bahía que ya conocemos, se interna bastante y hay monte y arboles con sombra, mediodía, agujas parrilleras al fuego, siesta y vino con hielo. Fueguito ahí. 






 Pegó el vino, con el sol pegó el vino. 


Pasó un poco el vino. 



Deberíamos remar un poco mas. Salimos sin decisión ni rumbo, vemos que el viento va para allá y allá vamos, nos recorrimos un trecho considerable, el viento nos llevó rapidísimo. Llegamos a la costa rumbo a unas barrancas ya conocidas, media tarde, saltan carpas por todos lados, grandes, muchas. Hacemos un cruce con buenas olas y viento, un poco de emoción y adrenalina necesaria. Un par de olas nos pasan rompiendo por encima, hermoso, hermoso, puro, limpio, relajado, natural, fresco. 







 Playa y arena, barranca y césped, casi tardecita, implica descargar y armar carpa. 





La noche tiene una luna hija de puta que no puede ser tan así. Y para colmo queda hielo y hay chivas regal. Y charla única como en esos lugares. Y fuego amigo zen infaltable en esos momentos. Ni es necesaria cena, el disco llevado al vicio, nos bastó con una leche con chocolate antes de dormir. 



Mientras se duerme en carpa el cuerpo se descarga, hace tierra toda la energia de mierda que se carga en la vida urbana burguesa. La antienergia se sustituye por vida, por humanidad, por ancestral sentimiento. 






 Al otro día emprendemos la vuelta en una navegación tranquila, con algo de viento de geta, es necesario pegar un sapucai que tengo atragantado, pide otro el alma y un tercero es solo por abuso.
                Gracias Jorge y Andres.


sábado, 17 de septiembre de 2011

Hormigueando un sábado cualquiera







desde que tengo mi "Hormiga" ya no me importan mas los modelos, los kayaks, nada
solo me importa mi hormiga. ni la técnica, ni rolar, ni timon si timon no, ni la proa de punta o pa bajo o chanfliada o bípeda,
yo no soy marinero, ni capitán,
no soy expedicionario, travesista ni travesaño,
solo salgo a hormiguear de vez en cuando
y me deslizo como cuchillo en la manteca en la tostada
y me amaco como un indio durmiendo la mona en paraguaya
en la olitas dulces y marrones de mi lago
desde que tengo mi hormiga
no me importan mas los kayaks
estoy mas choto que nunca siempre
ni rolo casi
pero como hormigueo chamigo
por ahi me viene una ola de atras
y me juyo contento y en paz como niño en un tobogan
a donde me lleven las olas
en mi lago ni necesito rumbear, si mantengo el rumbo y voy derecho... es de fanfarron noma, pa agrandarme, pero necesario como quien dice necesario no,
hay dias que salgo anarquico,
agacho la cabeza y le meto pala
y por ahi me gusta que me venga la fuerza de espumita blanca de costado, un corderito peludo y calentito que me empuja y yo lo dejo
y por ahi me voy de frente para sentir el viento en las orejas y rechinar un poco los ojos
y por ahi ando volando, pensando como me gusta o como puedo
que lindo bote que es che,
por lo menos para hormiguear
como lo hace mi hormiga.
ni idea si me la bancaria en una sudestada, en una norteada, en una oesteada, o en una esterilizada
ni idea si es una nave marinera o milanesa
si es estable o variable
cada dia estoy mas contento con mi franky.


miércoles, 3 de agosto de 2011

El frio

Los grados bajo cero, estuvieron cálidos. Es todo tan relativo, salvo la pinza esa que apretaba los dedos cuando remábamos.






...Bajo aquel pálido cielo, la tierra se mostraba anémica y descolorida, sin matices ni sombras como los ojos de los perros, que no distinguen colores...


Al principio la camisa de hielo que le apretaba cada vez mas el cuerpo fue dolorosa. Sentía que le congelaba las carnes, los huesos, el cerebro. Luego disminuyó la sensibilidad, la mente se le entorpeció, así como la circulación de sangre...
Ya no sentía frio, estaba contenta y completamente apaciguada













...sentía gran respeto por todas las reglas de buen comportamiento, las cuales exigían que se festejaran sólo las llegadas y que no se observaran las separaciones. Habría sido tan incorrecto...despedirse...como demostrar que se daba cuenta que aquellos partían...





Extractos de "País de las sombras largas" Hans Ruesch.

lunes, 1 de agosto de 2011

El hormiga

EL Hormiga, mi nuevo kayak

jueves, 23 de septiembre de 2010

NATURAL

si tienes un grito sueltalo
ni lo tragues ni lo largues
el grito es libre
y en el silencio
seras el grito
o el silencio

sentado en la playa sola la brisa moja

en el mar seras ola en la tormenta viento
la duda

es estar sentado en la playa
viendote en la ola

o en la tormenta.
Si quieres hacer algo, simplemente hazlo. Principio Zen.
fotos: La primera Rony Maier, Hombre en la Ola: Marina Cabrera, el resto Diego Pereda.
---------------------------
Faro de La Paloma Uruguay