viernes, 9 de abril de 2010

Encuentro de kayaks Isla Martin Garcia 2010

Del viaje a MG me queda la sensación que es un viaje inevitable para el kayakista argentino, ahi se vive lo acontecido en el año, se ve la forma de vivir el kayak en Rosario, en Bs As, en el interior, se ven los viajes que se hicieron (La Quiaca Ushuaia, Río colorado) y sus personajes, gente tan normal y común que no coincide con lo que uno imagina;
personas grosas y comunes, grandes, chicos, chicas, nenas, viejos y viejas, chotos y expertos, escuelitas de canotaje, todos llegan, cansados, descansados, sufridos o relajados, todos llegan y cumplen el desafío .
11 horas de puro remo, de ida por adentro del delta el camino mas largo y lindo, la vuelta por afuera expuestos a las inclemencias del Río de la Plata que no es joda.
Sin duda para mi uno de las mejores experiencias, me acercó al kayakismo en su esencia mas pura como se vive en nuestro país.
Hector Alonso y Tango Banchero, dos altruistas de la actividad que entregaron todo por el solo hecho de juntar a los kayakistas.
El resto todas cosas personales, gente única conocida, hechos y experiencias, que me guardo en el pecho como un gran recuerdo, y compartirlas mate o lo que sea por medio.
En especial gracias al grupo. Gustavo, Rony, Danu, Juancho, Juan Manuel, Paco, David.


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El día antes
Estoy en un escritorio de tribunales, tomo un expediente, hago mi trabajo, lo termino, y miro a abajo de mi escritorio de tribunales, que hay?. Hay un bolso, un bolso que tiene un salvavidas, bolsa de dormir, colchoneta, calentador, ollita, comida para 4 días y el resto de cosas necesarias para un campamento.
Sigo haciendo otro expediente, atiendo a alguien que llega, vuelvo a mi escritorio y toco el bolso con el pie.
Reviso mi lista de cosas mentalmente, nada falta. Nada falta?, si creo que nada falta.
Toco con paranoia el bolsillo del pantalón, lo palpo y ahí se siente que hay un papel, pero mas paranoico prefiero meter la mano en el bolsillo y tocarlo directamente, no es suficiente y saco el papel, el pasaje a Rosario (lugar desde donde parto por tierra) esta , es ese, vuelvo a revisar todos los datos, están correctos.
El trabajo que hice en el expediente tiene un error, seguramente producto de que mi mente ya esta navegando, me imagino saliendo desde Escobar hacer el cruce del rio a la costa contraria, al canal por el cual vamos subiendo delta arriba. Debo corregir el decreto que hice. Lo hago apurado para poder seguir pensando en mi viaje.
Hoy llego a Rosario a las 21, si dios quiere, me buscan en la terminal con los kayak arriba del techo y de ahí a Escobar.
Ahora me imagino paleando en esos cursos y meandros del delta. Debo aprovechar esos cuantos kilómetros (mas de 50) para adaptarme el Franky que me prestaron.
Ya he remado en franky, pero descargado y lo he domado, cargado lo reme apenas un par de kilómetros y me pareció mas estable. Me emociona que todo sea nuevo, el lugar, el kayak, el destino: Martín García.
Hace un tiempo que estoy medio alejado de la idea de grandes reuniones de gente, me resisto un poco a los grandes encuentros porque he encontrado en la intimidad de un puñado de amigos, toda la satisfacción y la plenitud en el alma que necesito.
Pero me convencieron con tantas facilidades, y aquí estoy. soñando despierto.

Explanada de Matin Garcia. Parque kayakero.

David Linaro en el Bote Extremo

Danu Sant Comaleras y Paco Vignati haciendo camalote.

Rony Maier; Juancho La Bianca y Gustavo Serrano

Don Martín Stern, auténtico marino, viejo lobo del río grande, que bueno conocerte en persona, mate en mano.
India del Río, un alma madre, me contaron que la vieron en los bajos del temor porteando su kayak, cabo de amarre entre los dientes, gateando en el barro, si eso no es el alma del kayakismo no entiendo mas nada.

La mateada.

Pepe Suarez, nexo de todos los kayakistas, gran trabajador en su afan de unir la familia kayakera.



Escenas de la isla y el delta





Tres generaciones de Fankys, emblematicos del kayakismo argentino.



Postales de la isla








Cortando alambre en el copit (relato del cruce del Canal Buenos Aires- Patrocinado por Alambres Galvanizados EGAR)
Estoy sentado en la borda del kayak, en la costa de Martín García, es sábado a la mañana casi medio día y el viento no afloja, pronosticaron 20 nudos o 25 en aguas abiertas.
Esta bravo para mi, lo siento en el pecho. No es gran cosa, las olas son muy parecidas al San Roque donde cuando tiene ese viento, lo que cambia es la situación, el entorno, el temor de no ser un lastre para nadie, de no molestar a ninguno, de no preocupar.
En mi yamana no sentiría nada en el pecho, me chaparía un h&%#vo como esta el agua, pero en el kayak (franky) que estoy sentado ahora, si.
Lo que no implica que no me guste, todo lo contrario, esa misma energía que siento en el pecho ahora la potencio con una respiración profunda que la transforma en conciencia del momento.
Pero todo pasará, y pasará bien porque hay algunos hechos, experiencias de este viaje (principalmente) y otras anteriores que ahora me las cobraré, las cristalizare.
Salimos de la protección que nos dan los juncos, me acerco a Danu, igual kayak, igual pala, igual barba, igual provincia de origen, igual necesidad que yo. Tiremos juntos le digo, le pido.
Empieza el baile, esta bueno, voy bien, ola de costado, a la rompiente la remo o la apoyo en la cresta según la necesidad, o mejor dicho como me salga.
La pala groenlandesa empieza a transformarse en una cosa autónoma, la garantía que me salva, que me dice déjame a mi solita. Vah... estoy delirando, es un pedazo de madera que no me dice nada.
Por momentos dejo mi estado de alerta y me relajo, me olvido de todo y estoy en una realidad mezclado en olas y siendo una sola entidad que atraviesa el canal Buenos Aires. De repente mi yo conciente despierta, me dice: flaco, si te relajas viene el error, podes meter la pata; y vuelvo a poner todos los sentidos concientes. No se cual estado será el mejor, pero yo me debatía entre ambos.
En mi estado conciente aproveche una enseñanza de Martín Stern, el me explicó en la isla unos movimientos muy simples de aikido, como no pelear con la fuerza, como entenderla por donde viene, como descubrir donde no está, como amigarse y utilizarla en favor de uno. Una pavada, pero re importante. Me acorde de eso entre espuma de algunas olas, entre el zumbido del sudeste.
Luego se me pone Juancho a la par, me charla, me dice que lo deje actuar al kayak, que el bote busca solo acomodarse. Y es prácticamente lo mismo que me explicó Martín. Lo hago y voy , voy arriba todavía, y cada vez se impone mas el no conciente, que el conciente corre para protegerme, o no.
Pego una palada y avanzo a donde y como quiero, escoro un poco con apoyo y viro, quedo con ola de popa y a barrenar carajo.
Ya estamos llegando al paso de las Oyarbide. Ya veo la curva, ahí, en esa misma curva un poco antes hay un remanso. En el viaje de ida pasando por ahí, un kayak doble se me vino encima, quedó montado en mi popa hundiéndola mientras yo enganchado de las ramas no entendía nada. El salvavidas se quedó enredado, quedando solo con mis manos agarrado aguantando, con la cabeza gacha para proteger mis ojos, haciendo fuerza con la cintura para aguantar la corriente y la escora. No podía hacer nada mas, solo pensaba en evacuar el kayak si se tumbaba, porque hacer un rol en las ramas iba a resultar mas peligroso, ese era mi único plan, que gracias a Dios no utilicé, safe.
Cuando venia observaba ese lugar, barrenadas de por medio junto a Danu, ya pensaba en asegurar la bocha y pasarle en forma bien franca a ese maldito lugar donde habia escapado de los planes de la parca.
En eso una ola nos monta a ambos, el kayak de Danu queda arriba y es arrastrado a la barrenada, el mío queda en la parte baja de la ola. Danu grita de emoción, nervios todo junto, y se ríe, aunque debería haber dicho: Cuidado el Riñon!!!!!; órgano al que apuntaba su proa, y que momentos antes ya le había errado el tiro. La cosa es que yo quede abajo y el barrenando atravesó con todo su bote por arriba de la borda de popa del mío, pude aguantar con apoyos, movimientos de cinturas eléctricos, sapucais entre cortados y una que otra cortada de alambre con el culo, quedando de costado a una rompiente. Safe.
Segunda o tercera safada, que no es la única de este viaje. Me seguirán montando, chocando, poniéndome a prueba.
El "montado" y yo nos entendemos.
No me avergüenza expresar mis temores, aprendo a vivirlos intensamente, sin perder la oportunidad de estar disfrutando a la vez.
Es la coronación, es el cruce al que temía, cuando pensaba e imaginaba el viaje sabia que a la vuelta iba a estar asì, ya lo sabia, lo soñaba, y todo sumo para que lo haga sin mirar el fondo.
Pero la cosa no termina. Estamos cruzando en el canal de las Oyarbides, protegidos por el viento, pero una vez que salgamos queda otro tramo, una navegación expuestos al Río de la Plata con el viento cruzado que nos tira contra los juncos, con olas que nos rompen encima. Pero sigo, la palita se comporta de maravillas y es la confianza extra que necesito en un bote tan lindo y jugado como el que navego. Cuando viene una ola rompiendo no arriesgo nada, le pongo la pala apoyada en el agua, solamente eso garantiza 100% seguridad, pasa la ola y sigo remando.
Tengo hambre, mucha hambre, y muchas ganas de festejar haber superado la prueba. Entramos al Mini, y todo saliò bien. Comemos todo junto, atun con la mano, quinotos, pasas, lo que esté a mano en el tambucho, reponemos energía. Ya está por ahora.
Mientras me pasaba lo relatado, una nena de 12 años hizo todo eso en un yamana sin quejarse.

Como diría el amigo Pepe, "dura la vida del kayakista" torpe.

PD: el "montado" es un Franky Weir que utilizó Juancho La Bianca en su viaje Rosario Río de Janeiro. Es parte de la historia del kayakismo nacional, por eso tanta responsabilidad.