jueves, 19 de junio de 2008

Cuento de pescador (travesía Paraná Parque Nac. Predelta)

En oportunidad de la travesía del Predelta Organizada por los Kayicidas de Paraná veníamos haciendo una curva del Río, pasando el Paraje la Virgen río abajo (creo que ya es Puerto Alvear esa zona), y en eso vemos a uno de los chicos de Escobar que en su kayak venía corriendo un espinel.
Para quienes saben poco de pesca el espinel es un aparejo con varios anzuelos atados a una larga piola, suelen tener en un lado cuatro o cinco botellas como boya y un lastre. Cuando algún pescado grande se engancha no es raro que corte todo y se dispare con el aparejo a la rastra.
La cosa es que las botellas iban río arriba a gran velocidad y este compañero las seguía meta pala y pala, mientras nos decía contento “ya lo tengo, ya lo tengo”. Nosotros íbamos con Alberto, en un doble modelo “dos de enero” de seis metros de eslora. Cuando estaba por alcanzarlo le prevengo, que nos espere que lo iba a dar vuelta. SI iba a gran velocidad con cinco botellas, rio arriba debía ser un pez de gran porte.
Efectivamente, se cumplió mi vaticinio, y a poco de haber alcanzado la cuerda, el pez le pegó una disparada que lo hizo tumbar. Debimos en ese entonces asistir al compañero, le vaciamos el kayak y recuperamos sus cosas, y pronto vimos otro amigo que se hizo cargo de el, entonces visto que estaba en buenas y seguras manos su rescate, decidimos ir a la pesca.
Hicimos un gran pique río arriba hasta que nuevamente lo pudimos alcanzar.
Empezamos por el extremo de las botellas a tirar los dos sincronizadamente hasta que vimos que aquellas quedaban aproximadamente a quince metros detrás nuestro, advertimos que el aparejo se dividía en dos, un peso muerto que no pude levantar al kayak, y en otro el pez que nos llevaba rio arriba. Miro el GPS e íbamos a unos 7 km/h por el Paraná rio arriba.
Logramos estar muy cerca del bicho que quedó debajo del kayak nuestro. Ahí la pelea se puso brava en serio. Nuestro contrincante logró ganarle de una corrida violenta a Alberto que no le quedó más que soltar el aparejo, solo quedé yo peleando para no aflojar, hasta que el bicho se pone bien debajo del kayak, pega un tirón y me lleva el brazo al fondo del agua hasta el hombro. No lo pude aguantar y vimos frustrados como se iba libre, a gran velocidad, río arriba.
Por un momento representamos el logotipo de los kayicidas que tiene un surubí que está siendo domado por un palista, lo único que esta pelea la perdimos, pero sirvió para que el resto de los palista se diviertan con las burlas que nos hacían por semejante cuento de pescador.