Que ansiedad que tiene uno cuando carga los kayaks arriba del
auto para salir al otro día. Cuantas vueltas da en la cama y veces se
despierta y vuelve a dormir esperando la hora. Es acá no más, pero
acá nomas me viene quedando lejos últimamente.
Dos mates apurados, calentar el agua sacar el
hielo de frizer, amontonar los bártulos en un rincón para que no se olvide
nada. Que vivo y humano se siente uno cuando sale de la ciudad y está en la
ruta, ni hablar si hay amanecer o atardecer y /o sombra de los kayaks y el auto
en la banquina. Yo puse un chamamé como de costumbre, porque me siento un poco
mas campo y menos ciudad. Y charlamos cosas serias y delirantes, una trae la
otra y así. Pasan lindas sierras al costado y algún boludo que no se puede desenchufar
de su no esencia humana infringiendo alguna norma de transito y arriesgando las
vidas propias y agenas en las rutas. Nosotros ahora estamos en nuestra esencia
con Carita y esas cosas nos indignan. Los kayak van bien atados, vamos despacio
y seguros. Inventamos historias delirantes en la charla.
Llegamos a Almafuerte, hacemos unas compras en el
super, aguja parrillera es rica y se hace rápido a la llama. El vino elixir y
alguna boludez mas para estar confortables en el futuro paraíso de algún lugar
al que se llega con el kayak cargado. Solo los que remamos en kayaks cargados y
llegamos a un lugar sabemos lo que eso significa, los sentimientos gratos que
tiene.
Estamos en embalse Rio III nuevamente, descargamos, estibamos
y llega Andres por el agua. Salimos libremente, Andrés no se relaja, siente que
el lago es suyo, que es guía turístico, no se que mierda se cree. Nos cuenta
como se están apropiando toda la costa del lago, y me da un nudo en la panza de
saber que en unos años ese hermoso y grande espejo a 1 hora de Córdoba pueda
transformarse en la misma cosa que el lago San Roque. Puteo en mi interior a
los casinos, las vedettes, el teatro revista, el turismo alienado, los
programas de chusmerios, los políticos mediocres, los empresarios huecos. Relajate
loco, dejá de trabajar..., y Andres entiende y abandona su rol de guía, nos
empezamos a cagar de risa de las cosas delirantes que se dicen.
Fuimos a una bahía que ya conocemos, se interna bastante y hay monte y arboles con sombra, mediodía, agujas parrilleras al fuego, siesta y vino con hielo. Fueguito ahí.
Pegó el vino, con el sol pegó el vino.
Pasó un poco el vino.
Deberíamos remar un poco mas. Salimos sin decisión ni rumbo, vemos que el viento va para allá y allá vamos, nos recorrimos un trecho considerable, el viento nos llevó rapidísimo. Llegamos a la costa rumbo a unas barrancas ya conocidas, media tarde, saltan carpas por todos lados, grandes, muchas. Hacemos un cruce con buenas olas y viento, un poco de emoción y adrenalina necesaria. Un par de olas nos pasan rompiendo por encima, hermoso, hermoso, puro, limpio, relajado, natural, fresco.
Playa y arena, barranca y césped, casi tardecita, implica descargar y armar carpa.
La noche tiene una luna hija de puta que no puede ser tan así. Y para colmo queda hielo y hay chivas regal. Y charla única como en esos lugares. Y fuego amigo zen infaltable en esos momentos. Ni es necesaria cena, el disco llevado al vicio, nos bastó con una leche con chocolate antes de dormir.
Mientras se duerme en carpa el cuerpo se descarga, hace tierra toda la energia de mierda que se carga en la vida urbana burguesa. La antienergia se sustituye por vida, por humanidad, por ancestral sentimiento.
Al otro día emprendemos la vuelta en una navegación tranquila, con algo de viento de geta, es necesario pegar un sapucai que tengo atragantado, pide otro el alma y un tercero es solo por abuso.
Gracias Jorge y Andres.